El nombre que da lugar a nuestra iglesia (Santa Cruz de Jove) viene del nombre del pueblo donde se ubica. Jove (Xove en asturiano), es la parroquia mas septentrional del concejo de Gijón y su extensión es de unos cinco kilómetros cuadrados. Está configurada por una montaña alargada cuya ladera occidental, de gran pendiente, limita en su final con el concejo de Carreño, y la oriental, que desciende con más suavidad, termina en terrenos cercanos al mar, en su mayoría ocupados por el puerto del Musel. Aunque está considerada ya una zona urbana, en nuestra parroquia se pueden ver todavía un gran número de prados, caserías y viviendas unifamiliares.
Tradicionalmente, se interpretó el topónimo como una derivación del nombre del dios Júpiter, pero los restos que hallaron algunos arqueólogos en distintas zonas de la parroquia, apuntan a que ya hubo un poblamiento en el paleolítico. El asentamiento más importante fue el de la Campa Torres, situado en el Cabo de Torres, al norte de la parroquia, sobre acantilados de roca cuarcita. Sus pobladores vivieron aquí entre los siglos V y VI a.C y fueron los primeros que ocuparon la ciudad de Gijón con sus casas circulares y cubiertas de paja. Hoy está constituido como parque arqueológico natural.
Más recientemente, a comienzos del siglo XX, muchas familias acomodadas establecieron en Jove su residencia habitual o sus villas de veraneo, formando unas espectaculares quintas, que se distinguen por sus entradas monumentales, sus grandes muros de cierre y un elemento botánico común: las palmeras. Las más conocidas son La Atalaya que actualmente es una residencia geriátrica, la quinta Bango, la quinta de Campo, El Monticu, La Torre, La Casa Nava o quinta La Vega que es la sede de actividades especiales de la Autoridad Portuaria de Gijón, la quinta de la familia Morillón que está ocupada por el Hospital de Jove y la quinta de las familias Juliana y Castillo, donde se ubica el Laboratorio de Sanidad Animal de la Consejería de Medio Rural y Pesca. Algunas de estas edificaciones singulares siguen habitadas, pero en cambio, otras esperan una rehabilitación que les devuelva su antiguo esplendor.
Otro lugar que merece especial atención, situado al sur, es el Parque del Lauredal. Es un lugar de esparcimiento con abundante cesped, un buen número de especies distintas de árboles, un estanque y varias esculturas.
Por último, se puede destacar la presencia de numerosas fuentes, abrevaderos y lavaderos repartidos por toda la parroquia, como la de La Parra, que toma su nombre del bar-tienda que había allí y que tiene una parra sobre la terraza, La Piquera en el barrio del mismo nombre, Tebongo que no tiene uso desde que la industralización hizo desaparecer las casas que había cerca, El Pingán que está en una hondonada junto a la carretera que sube a la Campa, El Muselín donde se lavaba la ropa de los marineros que llegaban al puerto del Musel y El Cañu que tiene un bonito jardín en su entorno. Hoy en día, todas estas fuentes portan el cartel de "agua no potable", probablemente debido a la contaminación que soporta la parroquia, rodeada por una central térmica de carbón, un parque de carbones, una cementera, una acería y una depuradora de aguas residuales. No obstante, la visita de estas fuentes constituye una bonita ruta de unos cuatro kilómetros que nos permite conocer toda la parroquia.