Hace muchos años que he comprendido que los hombres han perdido la capacidad de soñar. Aunque cada vez sean menos, parece que todavía están los que creen de corazón. Los que creen que todo es posible.
Dios nos ofrece cada día un sueño por el que luchar y lo hace de forma gratuita, como este peculiar vendedor de sueños. La fe en Dios es la que nos puede ayudar a cambiar nuestro mundo. Empecemos pues a soñar ya.
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