Gracias, Señor, por este
ramo de agua
que llega del aire hasta los campos,
hasta el bosque, hasta el huerto;
gracias por tu palabra, de nuevo en el desierto;
prometiendo las horas frutales de la siega.
Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega,
por tanto ardor temblando desde el terreno yerto;
gracias por estas flores primeras que han abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.
Gracias porque te he visto latiendo en los bancales,
favoreciendo, urdiendo, los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa en la rama.
Gracias porque me enseñas a ser en lo que era,
a olvidar mis estiajes en esta primavera...
que llega del aire hasta los campos,
hasta el bosque, hasta el huerto;
gracias por tu palabra, de nuevo en el desierto;
prometiendo las horas frutales de la siega.
Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega,
por tanto ardor temblando desde el terreno yerto;
gracias por estas flores primeras que han abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.
Gracias porque te he visto latiendo en los bancales,
favoreciendo, urdiendo, los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa en la rama.
Gracias porque me enseñas a ser en lo que era,
a olvidar mis estiajes en esta primavera...
Gracias porque es llegado
el tiempo del que ama.