Después de 40 días de reflexión, de sacrificios, de conversión es tiempo de preguntarse: "¿qué quiero ser yo, el hijo pródigo, el joven muerto, la ternura? ¿Estoy dispuesto a cargar con mi cruz y la de los otros por seguir los pasos de Jesús? ¿estoy dispuesto a ser torturado, insultado, maltratado, crucificado por vivir la Pascua de resurrección?
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