Seguimos en Pascua, en ese tiempo de romper con lo anterior y dejarse llevar por la liberación que nos ofrece Dios.
Hoy se celebra el Día de la Tierra. Como cristianos deberíamos sentirnos interpelados por la situación de nuestro planeta (¿qué hago yo para mejorarlo?) y reflexionar sobre las implicaciones que deberíamos tener en el cuidado y sostenimiento del regalo más preciado que Dios nos hizo (¿qué puedo hacer yo para mejorarlo?).
San Francisco de Asís, gran amante de la naturaleza y de todos los elementos que la forman, decía: si hay hombres que excluirían a cualquiera de las criaturas de Dios del
refugio de la compasión y la piedad, tendrás hombres quienes se comportarán de
la misma forma con sus compañeros.
Si creemos firmemente que la Pascua es testimonio de fe y vida, comencemos por tener fe en nuestra TIERRA y hagamos de la vida en ella algo maravilloso.
Si creemos firmemente que la Pascua es testimonio de fe y vida, comencemos por tener fe en nuestra TIERRA y hagamos de la vida en ella algo maravilloso.
Esto lo sabemos: la tierra no
pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha
tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red
se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la
tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a
una familia.
Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a
amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después
de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que
nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras
tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es
igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño
significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también
pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama,
moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en
vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a
estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con
algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no
comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los
caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los
bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes
colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el
espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la
vida y comienza la supervivencia.... (Respuesta del Jefe Indio Seatle a la propuesta de compra de sus tierras, 1854)
No hay comentarios:
Publicar un comentario