Os deseamos una Feliz Venida del Niño Dios.
Donde hay amor está Dios, donde está Dios no falta nada
Hace tiempo, un viajero en una de sus vueltas por el mundo, llegó a una tierra, donde le llamó la atención la belleza de los arroyos que cruzaban los campos, el color de los bosques que delimitaban el camino...Habiendo caminado ya un rato, se encontró con la casas del pueblo, sencillas, coloridas y con puertas abiertas de par en par. ¡No podía creerlo! Él venía de un lugar muy distinto.Se fue acercando. Pero su sorpresa fue mayor cuando tres niños, hermanitos, salieron a recibirlo y lo invitaron a pasar. Los padres de los niños le ofrecieron quedarse con ellos unos días.El viajero aprendió muchas cosas, a hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñar las vacas. Pero había una de la cual no podía descubrir su significado. Cada día y algunos días en varias ocasiones, el papá, la mamá y los niños se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca y despacito dejaban una pajita entre María y José.Los días pasaban y el colchoncito de paja iba aumentando y se hacía más mullido.Cuando le llegó al viajero el momento de marcharse, la familia le dio un pan calientito y frutas para el camino, lo abrazaron y se despidieron. Ya se iba cuando dándose la vuelta les dijo:- Me gustaría saber una cosa.-Por supuesto- le contestaron.Y el viajero entonces preguntó- ¿Por qué dejabais esas pajitas junto a María y José?Ellos sonrieron y el niño más pequeño respondió:-Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre y así, lo vamos preparando para que cuando llegue el niño Jesús, María tenga un lugar donde acostarlo. Si amamos poco, el colchón será delgado y por frío. Pero si amamos mucho, Jesús va a estar cómodo y calientito.El viajero comprendió todo. Sintió ganas de quedarse con esa familia hasta Navidad, pero una voz en su interior lo invitó a llevar a otros pueblos lo que había conocido, sobre todo los corazones sencillos tan llenos de amor, como los de esa familia.
Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Is 24, 5
Si quieres llegar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, camina en equipo. Proverbio africano
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Érase una vez un señor muy rico, pero con muy mal genio. Siempre estaba de mal humor. Un día por la noche, él solo en casa puso la televisión y vio una imagen de un niño negrito, desnudo, sonriendo, con una sonrisa enorme.Él pensó: ¿Cómo puede estar contento si no tiene nada? ¡Tengo que saber por qué! Cogió un avión, se fue a África y consiguió llegar hasta el niño, después de un largo viaje.Cuando estuvo a solas con él, le preguntó: ¿Por qué estás tan contento si no tienes nada?El niño le miró y le dijo: -¿Nada de qué? Lo tengo todo, tengo el cariño de mis papás, de mis hermanos, tengo amigos y tengo a Dios. Lo tengo todo.El señor quedó impresionado. Volvió a su país para coger sus cosas y regresó a África como Misionero para ayudar a los niños con su dinero y su experiencia. Construyó un hospital y una escuela, y destinó su dinero a educar y curar a los niños pobres de dinero, pero ricos en amor.