Imagen tomada del blog "El rincón de las Melli" |
En aquel
tiempo, dijo Jesús esta parábola:
Un
hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la
parte de la hacienda que me corresponde”. Y el padre les repartió la hacienda.
Pasados
unos días, el hijo menor se fue a un país lejano y malgastó todo su dinero. Entonces
vino un hambre terrible en aquella tierra y empezó a pasar necesidad. El hijo pequeño
pensó:
“Me
levantaré, iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti. No merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus
jornaleros”.
Con
estos sentimientos se puso en camino hacia la casa de su padre. Estando todavía
lejos, lo vio su padre y, emocionado, corrió a abrazarle y le besó con mucho
cariño. El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No
merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a los criados: “Sacad el mejor
traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traed
el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo estaba
muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”.
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