domingo, 3 de abril de 2011

CAMINO A LA LUZ

Estamos ya en el IV Domingo de Cuaresma a tan sólo dos semanas del Domingo de Ramos. Hoy el Evangelio nos habla de la curación del ciego de nacimiento. Igual que en la semana anterior con el Evangelio del "agua viva", Jesús de nuevo obra en quien tiene fe y deja que lo sanen. Así el ciego, primero lo reconoce como hombre y bajo su indicación, va a la piscina de Siloé donde recupera la visión y entonces lo reconoce como verdadero Hijo de Dios.
En tiempo de Jesús, se atribuían las enfermedades y desgracias a males o pecados que se habían cometido, por eso sus discípulos preguntan de quién era la culpa de que aquel hombre estuviera ciego. Jesús nos da la clave: la pregunta no es por qué sino para qué. El sufimiento no es un signo de castigo. Jesús habla del sufrimiento como un signo que nos manifiesta la presencia de Dios.
La persona ciega de nacimiento no es capaz de interpretar el mundo correctamente, pues no tiene un conocimineto preciso de los colores y sus variaciones, de las formas o de las dimensiones. Así tambie´n nosotros somos ciegos ante Dios, pues es un misterio. Jesús obra en nosotros con sus palabras y acciones, el milagro de poder ver a Dios y ser luz que guíe a los demás hacia la Salvación. Ese es el verdadero significado del Evangelio de hoy.


¿Te dejas iluminar y guiar por Jesús? ¿Eres tú la luz que ilumina a los demás?

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