Desde el pasado domingo comenzamos el tiempo pascual que durará cincuenta días y terminará el día de Pentecostés. Pascua significa paso; en la fiesta judía se celebra el paso de Dios por Egipto y la liberación de la esclavitud de los judíos y en la fiesta cristiana es el paso de la muerte a la vida, del pecado a la salvación el motivo principal de la celebración. Si durante la Cuaresma, el tiempo previo a la Semana Santa, disfrutábamos de un tiempo para escuchar la palabra de Dios, meditarla, orar e intentar cambiar las acciones y actitudes que son reflejo del mal, en este nuevo tiempo la alegría y esperanza de una nueva vida nos inunda. Por eso sus símbolos son el agua y la luz: agua del bautismo que nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia y en tiempo de Pascua es renovación de esa pertenencia; y luz también del bautismo, que nos aleja de la oscuridad del pecado y nos guía hacia Dios.
Y como el agua es símbolo de vida y limpieza, la tradición en Asturias que aún hoy continúa en muchos pueblos, es esparcir el agua bendita en la Vigilia Pascual por casas, cuadras y campos así se evitan problemas en las casas, contratiempos en las cuadras y se aseguran buenas cosechas en los campos.
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